En Taoísmo Puro, el Dragón (formado por partes humanas y de animales) simboliza en el ser humano un estado energético intermedio entre su anterior estado (fijo, denso, bruto, abajado, oscuro, un amasijo de deseos, afectos y pensamientos malsanos que lo mantenían adherido a las fuerzas vulgares de este mundo) y los estados superiores.
Su capacidad de moverse por los aires indica que ha conquistado un estado más volátil que parcialmente lo ha liberado del peso de la materia, esto es de las limitaciones de una mente y un cuerpo biológico precarios. Es una energía volatilizada, inteligente, dominante, potente, empoderada, que constituye el punto de inicio del verdadero desarrollo espiritual.
Es un cuerpo en constante elaboración, aún por depurar, Promesa de las Virtudes y Poderes Superiores. Debe continuar su alquimia (transmutación) interna con celo, fervor y constancia, para retener el Fuego Sagrado, hacerse uno con él, y conquistar los estados energéticos superiores.
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